El FPÖ, fundado por antiguos nazis tras la II Guerra Mundial, se presenta como una formación de patriotas que rechaza la inmigración y dice defender las tradiciones y la identidad germana del país bajo el lema de ‘Austria primero’ y con un llamamiento a la “homogeneidad” de la sociedad.
Además, asume el controvertido concepto de la ‘remigración’, una idea promocionada por el extremista Movimiento Identitario, una ideología etnonacionalista que aboga porque los ciudadanos de origen no europeo sean expulsados a sus países para asegurar la homogeneidad racial y cultural del continente.
Pese a tener Austria unas de las rentas per capita más altas de Europa, el FPÖ acusa a la actual coalición de conservadores y ecologistas de causar una “extrema inflación” que, según ellos, perjudica a la clase trabajadora y favorece a los migrantes, que en su opinión reciben excesivas ayudas públicas.
Kickl atrae a partidarios de endurecer la política migratoria, pero también a desencantados con los partidos y medios de comunicación tradicionales, opositores a las medidas sanitarias y la vacunación durante la pandemia.
Los seguidores del FPÖ son, en general, más bien temerosos del futuro y nostálgicos con el pasado, cuenta a EFE Nina Horaczek, redactora jefe del semanario progresista Falter.
El FPÖ fue la fuerza más votada en Austria en las últimas elecciones europeas en junio pasado, con un apoyo significativo entre hombres mayores de 30 años y entre trabajadores de bajo nivel académico.
Horaczek explica que los ultras captan votos en varios espectros sociales. Por ejemplo, entre la población rural, que ve en las políticas contra el cambio climático una amenaza a su modo de vida.
Pero también en sectores más urbanos y progresistas en temas sociales y de migración, que siguen al FPÖ porque su oposición a las vacunas contra la covid encaja, entre otros, en su defensa de la medicina natural y las supuestas libertades individuales.
Kickl explota la inseguridad y el descontento de diferentes sectores ante la crisis económica o la guerra en Ucrania, para presentarse como defensor de la libertad frente a unas supuestas élites que -en su relato- quieren imponer un pensamiento único y controlar a la ciudadanía.
Esa incertidumbre sirve al FPÖ “para desacreditar a partidos dominantes y promover el odio hacia minorías, sobre todo musulmanes, extranjeros, solicitantes de asilo y personas LGBTQI+”, dice a EFE Daniela Pisoiu, directora científica de SCENOR, un instituto en Viena que estudia la radicalización en la Europa germanoparlante.
El FPÖ se postula además como defensor de la paz en Ucrania, acusando a la UE de fomentar la guerra sin incidir en que ésta fue causada por la invasión rusa.
Pisoiu mantiene que estas ideas son “esencialmente nazis” y están envueltas de una retórica moderna que presenta la migración como una amenaza para las tradiciones austríacas.
El FPÖ ha recuperado términos del nazismo, como ‘Volkskanzler’ (canciller del pueblo), un término que usaba el propio dictador nazi Adolf Hitler, y ahora usado para plantear que Kickl sería el líder legítimo del país incluso si no reúne los apoyos parlamentarios para ser primer ministro.
De hecho, Pisoiu advierte de que los seguidores más radicales del FPÖ podrían provocar “incidentes violentos” si el resultado electoral no cumple con sus expectativas.
EFE