El consumo de grasa en la dieta cotidiana se ha relacionado durante mucho tiempo con el riesgo de accidente cerebrovascular, pero una nueva investigación presentada en las recientes sesiones científicas de la American Heart Association sugiere que es el tipo de grasa, y no la cantidad, el factor más importante.
El estudio detectó que comer más grasa animal se relacionó con un incremento en el riesgo de accidente cerebrovascular, mientras que obtener más grasa de fuentes vegetales se relacionó con un riesgo menor.
El accidente cerebrovascular es la quinta causa principal de muerte, y los nutricionistas han trabajado durante mucho tiempo para comprender qué papel juega la dieta en esa situación. “Si todos pudieran hacer pequeñas modificaciones, como reducir la ingesta de carne roja y procesada, las implicaciones para la salud pública serían enormes”, informó el líder del estudio, Fenglei Wang, investigador postdoctoral en la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard. Los hallazgos preliminares de Wang, aún no se han publicado en una revista revisada por pares.
Largo y tedioso
Los resultados provienen de 27 años de recopilación de datos de las historias clínicas de más de 117.000 profesionales de la salud. Se obtuvieron de dos de los estudios nutricionales más grandes y de mayor duración en los EE.UU.: el que corresponde a la salud de enfermeras y el de seguimiento de profesionales de la salud. En ambos, los participantes completaron cuestionarios regularmente sobre sus dietas y proporcionaron registros médicos a los investigadores. Uno de los límites del nuevo estudio es que los participantes en los dos estudios de larga duración son predominantemente profesionales de la salud blancos.
El accidente cerebrovascular ocurre cuando se corta el flujo sanguíneo hacia una parte del cerebro. Puede ser causado por un coágulo de sangre, llamado accidente cerebrovascular isquémico, o la rotura de un vaso sanguíneo, llamado accidente cerebrovascular hemorrágico. Los primeros representan casi el 90 por ciento de los accidentes cerebrovasculares cada año, mientras que los segundos se reducen al 10 por ciento del total de casos.
El trabajo detectó que una mayor ingesta de grasas vegetales se relacionó con un menor riesgo de accidente cerebrovascular isquémico, y aquellos que comieron la mayor cantidad de grasas vegetales y poliinsaturadas (como el aceite de oliva), experimentaron un 12 por ciento menos de probabilidades de sufrir accidentes cerebrovasculares isquémicos en comparación con los que consumieron menor cantidad.
Comer menos grasas animales también pareció tener un impacto positivo en el riesgo de tipos de accidente cerebrovascular. Los participantes que comieron mayor cantidad de grasa animal, que incluía de carne roja y procesada, pero excluyeron la grasa láctea, tenían un 16 por ciento más de probabilidades de sufrir accidentes cerebrovasculares que los que comieron menos.
La grasa de los lácteos, por otro lado, no se asoció con el riesgo de accidente cerebrovascular. “Este estudio encaja con la ciencia nutricional anterior que muestra que deberíamos comer principalmente una dieta basada en vegetales -explicó Michael Miedema, director de prevención cardiovascular del Minneapolis Heart Institute, que no participó en la nueva investigación-. La dieta promedio se basa en proteínas de origen animal, y cuanto antes podamos cambiar eso mejor estaremos”. Pero qué tan saludable se vuelve la dieta de una persona “generalmente depende de con qué se esté reemplazando la carne”, agregó.
Tracy Severson, dietista registrada en el Knight Cardiovascular Institute de la Oregon Health & Science University, enfatizó la importancia de elegir alimentos integrales como fuentes de proteína vegetariana, como lentejas y garbanzos, en lugar de opciones procesadas como las carnes de origen vegetal, que comúnmente contienen mucha sal, azúcar y grasas saturadas. Para ella los hallazgos no significan que todos necesiten deshacerse completamente de la carne en sus dietas. “No creo que nadie deba volverse vegano si eso no es lo que quieren hacer, pero cambiar incluso una comida de carne roja a la semana y reemplazarla con una opción vegetariana sin procesar será bueno para la salud cardiovascular,” aportó. Confirmación de lo sabido
Investigaciones anteriores han llegado a conclusiones contradictorias sobre el efecto que tienen los aceites vegetales tropicales como el de palma y de coco en la salud cardiovascular. Los autores del estudio recomendaron cambiar las grasas animales, como la manteca de cerdo o el sebo, por aceites vegetales no tropicales, incluidos los de oliva, maíz o soja. Los aceites etiquetados como refinados se consideran procesados.
“Los pacientes preguntan con frecuencia acerca de los ingredientes o nutrientes y buscan una cierta cantidad, y mi respuesta siempre es que la gran mayoría de los alimentos que se compran no deben tener una etiqueta con lista de ingredientes -sugirió Miedema-. Si está comprando frutas y verduras y aceite de oliva y pescado, probablemente lo esté haciendo bien. Si está comiendo alimentos empaquetados, probablemente esté en problemas”. Añadió que la dieta no es el único factor de riesgo de accidente cerebrovascular; si una persona fuma o no, tiene diabetes u obesidad, así como el nivel de ejercicio, también influyen. “Pero la dieta y el ejercicio también influyen en otros factores de riesgo, como la obesidad, la diabetes tipo 2 y el colesterol. Los comportamientos de estilo de vida son siempre la base de la prevención cardiovascular “, agregó.
Debido a que el estudio fue observacional, los investigadores no pueden concluir causa y efecto. También tienen como limitación al no contemplar expresamente el consumo de sal, que podría ser la verdadera culpable, no sólo el nutriente que se mide, en este caso la grasa. En otras palabras, es posible que las personas que comieron mucha carne roja también consumieran demasiada sal y que ésta aumentara el riesgo de accidente cerebrovascular.
A pesar de las limitaciones, Miedema y Severson dijeron que los hallazgos son confiables y hacen eco de lo que la investigación nutricional ha encontrado anteriormente que la dieta tiene un impacto enorme en el riesgo de enfermedad de una persona. “No hay necesidad de perfección, pero hay mucho poder para mejorar nuestra salud con nuestras elecciones de alimentos. Podemos prevenir la mayor parte de enfermedades como los accidentes cerebrovasculares cambiando lo que comemos -concluyó Severson- Incluso si está genéticamente predispuesto a una enfermedad como un accidente cerebrovascular, llevar una dieta saludable puede reducir su riesgo al mismo que tiene alguien que no cuenta con un factor de riesgo genético”.