Las mujeres en Latinoamérica han visto como la pandemia del COVID-19 las sacó del mercado laboral para dedicarse al hogar ahora. Esto porque hubo una caída de toda actividad económica por los confinamientos que cada gobierno en el mundo decretó.
En Estados Unidos la mayoría de las personas que quedaron desempleadas en enero fueron mujeres; en México, dos tercios de todos los trabajos perdidos en medio de la pandemia eran ocupados por mujeres, mientras que en Argentina retrocedieron en los avances en la inclusión laboral femenina.
En la región, las mujeres están forzadas a dejar sus puestos laborales y encargarse de la casa, a la par que hacen malabares con el presupuesto doméstico, vida en familia, educación de los hijos y todo en el marco de la cuarentena.
Esto hace que ellas pierdan independencia económica y se exponen a una inseguridad que podría durar décadas.
En argentina, la pandemia llegó con el inicio de curso escolar, lo que implicó que estudiantes dejaran las aulas para aprender a distancia. El caso de Verónica es un ejemplo de esto. Tuvo que dejar su trabajo en una pizzería, donde llevaba 6 años laborando, para dedicarse a la casa. Esto le trajo una depresión de la que ha podido salir.
Dijo que dejó incluso, a sus 30 años, sus estudios de Farmacia, y buscar otras fuentes de ingreso. "Encontrábamos cosas en la calle, las arreglábamos y las revendíamos (...) O hacíamos el cambio de cosas por mercadería, capaz tenía una ropa que no me servía pero que estaba nueva y la cambiaba por 2 paquetes de harina, y comíamos dos días", explica.
En los Estados Unidos, Inés Santiesteban, una colombiano-estadounidense, sabe lo que es no poder encontrar salida a los problemas a los que se ha visto abocada por la pandemia.
"Necesitamos una solución desesperada. En marzo se acaba el subsidio por desempleo y llevo sin encontrar trabajo casi un año", explica Santiesteban, quien por 18 años trabajó como limpiadora en el Hotel Diplomat, frente a las turísticas playas de Florida, hasta que la despidieron sin compensación ni seguro médico con la excusa de que la pandemia.
"Yo gracias a Dios tengo la ayuda de mi marido para sobrellevar las penas, pero tengo compañeras que lo tienen que hacer todo solas: las clases, la búsqueda de trabajo y llevar comida a casa. A mí me gustaría poder ayudarles, pero lo único que puedo hacer es enseñarles a solicitar ayuda al desempleo, que ahora es más complicado que antes", explica la madre de familia, que depende de un subsidio de 247 dólares a la semana, y le resultan insuficientes.