La propuesta de la primera ministra de Finlandia, la socialdemócrata Sanna Marin, de reducir en un futuro la actual jornada laboral de ocho horas ha generado un amplio debate en el país nórdico, aunque ha sido acogida con frialdad por buena parte de los partidos políticos y los agentes sociales.
Marin, quien como estaba previsto fue elegida presidenta del Partido Socialdemócrata finlandés (SDP) el pasado domingo en sustitución de Antti Rinne, planteó en el congreso de su formación la posibilidad de recortar la jornada laboral a seis horas, una idea que ya había lanzado hace un año a través de Twitter.
"Necesitamos crear una visión clara y dar pasos concretos para establecer cómo podría Finlandia avanzar hacia jornadas laborales más cortas y los trabajadores finlandeses hacia una mejor vida laboral", dijo Marin en su discurso de aceptación.
La joven líder socialdemócrata pidió a las organizaciones sindicales que se sumen a la iniciativa para buscar la manera de reducir las horas de trabajo manteniendo el mismo nivel salarial.
En su opinión, esto sería posible aumentando la productividad y no tendría por qué repercutir en la sostenibilidad de las finanzas públicas ni en la creación de empleo.
"La riqueza generada por el crecimiento de la productividad debe distribuirse no solo entre los empresarios e inversores, sino también entre los trabajadores comunes. Una forma de distribuir la riqueza de manera justa es mejorar sus condiciones de trabajo", dijo Marin.
No obstante, su "visión" de una jornada de seis horas no caló ni siquiera entre sus correligionarios, quienes antes de finalizar el congreso rechazaron por mayoría la propuesta de analizar este tipo de jornada reducida mediante un amplio experimento, similar al de la renta básica realizado en 2017 y 2018.
En cambio, sí salió adelante una iniciativa menos ambiciosa cuyo objetivo genérico es la reducción de las horas de trabajo y la flexibilización de la vida laboral.
La propuesta de Marin todavía no ha sido debatida con los otros cuatro partidos de la coalición gubernamental de centro-izquierda ni figura en el programa de gobierno, por lo que se trata más bien de un objetivo a largo plazo.
Pese a ello, ha sido criticada ampliamente desde distintas instancias por llegar en un momento de grave crisis económica y crecimiento del desempleo por la pandemia de COVID-19.
Los mayores reproches provienen de la Confederación de Industrias Finlandesas (EK), la principal organización patronal, para la que el Gobierno debería centrar todos sus esfuerzos en recuperar el crecimiento de la economía y el empleo.
"Aún tratándose de una mera visión, el mensaje de la primera ministra es extremadamente peligroso en un momento en el que Finlandia se está endeudando a una velocidad récord y la pandemia está destruyendo puestos de trabajo", señaló EK en un comunicado.
Incluso las centrales sindicales han acogido con reservas la propuesta de Marin, ya que consideran que hay problemas mucho más acuciantes que resolver, como la gran cantidad de horas extras no pagadas que se realizan y las malas condiciones de los trabajadores a tiempo parcial.