El epidemiólogo Zhong Nanshan es conocido en el mundo como el “héroe del SARS", y por tanto, una de las máximas autoridades en la materia de epidemias.
También se le conoce por tener un carácter frontal y por ello, dice las cosas de frente. Justo ese lado suyo es el que se va a mostrar desde el 18 de enero del presente año, cuando el COVID-19 ya era una epidemia dentro de Wuhan, China, y la enfermedad comenzaba a expandirse a otros países.
En esa fecha, fue convocado por la jerarquía gobernante china, para ponerlo al frente de un grupo de galenos que combatirían el virus. En Hubei, muchos de sus colegas, que alguna vez fueron alumnos suyos, le dijeron que la situación era mucho peor de lo que se pensaba y de lo que reportaba la clase política que manda en el país.
El veterano médico de 84 años sospechó bastante que se estaba ocultando información, sobre todo cuando le dijeron que había solo 41 casos de personas que se infectaron con el virus. Con eso y lo que le dijeron sus alumnos, sabía que la situación era grave, y muy tarde para actuar. También sabía que nada estaba bajo control ni que la expansión del virus es prevenible.
Tenía fuentes fuera del gobierno, y él les creía por ser más confiables.
“Las autoridades de Wuhan no tenían ganas de decir la verdad en ese momento. Ese 18 de enero les pregunté a los dignatarios locales los números reales, pero se mostraron reacios”, dijo Nanshan en una entrevista a CNN.
En menos de dos días, el doctor viajó a Beijing, capital china, y puso en alerta todo el régimen. Su primer consejo era instalar una cuarentena urgente en Wuhan, que duró 76 días y sirvió para frenar las muertes. Pero el número de muertes sigue sin estar esclarecido.
El científico recordó que cuando la crisis del SARS en 2003 también se escondió mucha información. Pero esta frase que dijo en ese tiempo resonó mucho en la capital china: “¿De qué sirve competir por la primacía en el PBI mundial, si comer, beber y respirar representan un peligro para los chinos?".
Aunque podía enfrentar serios problemas con el gobierno, sus esfuerzos sirvieron para superar la crisis y el régimen no se atrevió a tocarlo.
El médico descartó la teoría de que el virus se creó en un laboratorio que luego se diseminó, porque había hablado con un colega, el doctor Shi Zhengli. Este último le aseguró que jamás tuvieron oportunidad de experimentar a ese nivel.
Juan Afonso