El Gobierno español destruyó este jueves, en un acto simbólico, 1.377 armas que pertenecieron en su mayoría a la organización terrorista ETA, incautadas en los años 80 y 90 a distintos comandos.
El acto celebrado en una instalación de la Guardia Civil, uno de los cuerpos de seguridad más golpeados por el terrorismo, se produce casi diez años después de que la banda anunciara su disolución.
Fundada en 1959, ETA comunicó "el cese definitivo de su actividad armada" en noviembre de 2011, después de que en sus casi cincuenta años de existencia asesinase a 864 personas, según el ministerio del Interior español, e hiriese a miles.
A lo largo de esos años la banda, que usaba como argumento el independentismo vasco, atentó principalmente contra los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, pero también contra empresarios y políticos. El ataque más sangriento fue el coche bomba que hizo explotar en un centro comercial en Barcelona, que acabó con la vida de 21 personas el 19 de junio de 1987.
El presidente del Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, que presidió el acto, afirmó que, aunque no se puede "recuperar" a los asesinados ni "destruir el pasado negro" de ETA, sí se puede y se debe reparar el dolor sufrido, "arrojar luz" sobre los crímenes sin resolver de ETA y "luchar contra la desmemoria".
Tras guardar un minuto de silencio, agentes de la Policía española, la Guardia Civil y las policías regionales del País Vasco, Cataluña y Navarra destaparon las armas, situadas en el centro del patio del cuartel, y una apisonadora las aplastó, antes de ser trasladadas a una fundición para su destrucción definitiva.
Había pistolas, revólveres, subfusiles, fusiles de asalto, rifles de precisión y escopetas, el 90 % de ellas incautadas a ETA y el resto a otro grupo terrorista, el GRAPO, fundado en 1975 como un grupo de extrema izquierda, que estuvo activo hasta principios del año 2000, aunque con menos virulencia que el grupo terrorista vasco.
