El Estadio Da Luz de Lisboa fue el escenario en el que Portugal tuvo su debut en la nueva edición de la UEFA Nations League. Con la esperanza de comenzar el camino de la misma manera que lo llevó a la gloria en la temporada 2018/19, el combinado lusitano se enfrentó ante Croacia, en uno de los espectáculos más entretenidos de la jornada.
La posibilidad amparada en la impactante cifra de Cristiano Ronaldo, quien llegó a su compromiso con la misión de alcanzar sus 900 goles en su carrera profesional le aportó un condimento adicional al duelo que empezó con un claro dominio del elenco local. Esa chance fue, sin dudas, la máxima expectativa que se instaló en el arranque del certamen continental.
Más allá de la marca del ex Real Madrid y Juventus, entre otros equipos, el pleito entregó un monólogo a cargo del conjunto liderado por Roberto Martínez. Y la felicidad del público local llegó en los primeros minutos. La sociedad compuesta entre Bruno Fernandes y Diogo Dalot derivó en la prematura conquista del lateral del Manchester United. La diagonal que sorprendió a los centrales y la definición entre las piernas de Dominik Livakovic representaron la estética del grito local: 1 a 0.
Si bien el equipo a cargo de Zlatko Dalic intentó reaccionar mediante algunos remates de media distancia de Andrej Kramaric que hicieron lucir a Diogo Costa, el momento histórico llegó cuando el cronómetro de Halil Umut Meler llegó a los 34 minutos. Fue ese instante en que la relación tiempo y espacio se paralizó cuando Nuno Mendes envió un centro para la llegada de CR7. Todas las miradas se posaron sobre él, mientras la leyenda mantenía los ojos clavados en la pelota. Y fiel a su estilo, con un toque mortal, marcó el 2 a 0 que instaló la emoción colectiva. Cristiano Ronaldo cumplía su máximo deseo y no se conformaba. Ahora quería ir por los 1.000 de Pelé. Sus lágrimas que rodeaban su rostro y la búsqueda inmediata para dedicarle la conquista a su pareja Georgina Rodríguez culminaron la conmovedora escena en la capital portuguesa.
San Marino
San Marino, el equipo más débil del planeta según el ranking de la FIFA, donde ocupa la posición 210, ha logrado lo inesperado: cortó una racha maldita de 141 partidos sin ganar con una histórica victoria por 1-0 contra Liechtenstein en la UEFA Nations League.
Nicko Sensoli, un joven de apenas 19 años, fue el héroe de la jornada al marcar el gol solitario que decidió el encuentro. Su tanto fue suficiente para que San Marino rompiera con veinte años de sequía de victorias, desde el último triunfo logrado el 28 de abril de 2004, también contra Liechtenstein.
Sucedió a los 52 minutos de partido, cuando tras un centro al área de los derrotados fue peinado por un defensor, otro durmió, y el citado Sensoli, por atrás, apareció para pellizcar el balón y batir al arquero adversario. El equipo y los fanáticos celebraron dicho triunfo como si fuera la final del Mundial. La victoria ha sido apenas la segunda en la historia del conjunto sanmarinense; la primera en un cotejo oficial.
Este hito resalta aún más al considerar la racha desfavorable de San Marino: 141 partidos sin conocer la victoria, acumulando apenas seis empates y 135 derrotas, con 21 goles a favor y 568 en contra.
Infobae