La situación con el COVID-19 en Venezuela se está agravando al punto que la administración de Nicolás Maduro ha admitido un tope récord en contagios diarios, con más de mil.
Aunque para dirigentes opositores ligados al sector médico y diferentes ONG, los contagios serían mucho más altos a lo reportado por el oficialismo.
El gremio médico no escapa de esta realidad y solo en dos días recientes, 15 galenos murieron por la enfermedad.
Pese a las medidas aplicadas de cuarentena, que ahora Maduro sugirió una modificación para que sean dos semanas de aislamiento, la variante P-1, originaria de Brasil, está causando estragos en 30 países, incluyendo Venezuela. Además, se sabe de gente que sale a la calle sin la debida protección como tapaboca o no mantiene distanciamiento social.
También hay que sumar que las jornadas de inmunización van lento.
Testimonios
Latin Press investigó dos visiones sobre cómo el coronavirus le cambia la vida a las personas, tanto contagiadas como cercanas y esto inclusive después que un paciente fallece.
Caridad Santamaría habita en la zona metropolitana de Anzoátegui, estado nororiental venezolano, y relata que hace poco más de medio año, su madre de 81 años de edad, murió a causa de COVID-19, y no se le diagnosticó a tiempo.
Dijo que entre finales de julio y agosto de 2020, la señora comenzó a sentir malestares de fiebre, dolor de cabeza y casi sufría desmayos.
Un médico la visitó en su domicilio y le ordenó hacerle radiografías, que señalaron congestión en los pulmones y dolencias propias de la gripe común.
La señora fue nebulizada para descongestionar sus pulmones y varios días después comenzó a empeorar hasta que falleció. En la causa de muerte se especificó que fue por neumonía sospechosas de coronavirus. El médico nunca le indicó que se le hicieran pruebas PCR.
"El médico siempre le estuvo tratando como si de una gripe se tratara y resultó positiva por COVID-19, pero eso se supo después que ella murió", relató.
Santamaría comentó a modo de anécdotas que estando en un centro de salud de la zona por esas fechas y por el estado de su madre, vio cómo un señor entró diciendo que tenía malestares y murió mientras los galenos le preguntaban qué otros problemas sentía.
"Esa muerte fue repentina".
Recuperación lenta
Samir Aponte es un reportero gráfico conocido en la zona metropolitana anzoatiguense y se contagió de coronavirus hace un mes.
Su recuperación sigue en curso y narró para Latin Press cómo fue ese proceso.
"Salir del coronavirus es una satisfacción muy grande porque pasé 10 días en casa y otros 10 hospitalizado con los pulmones comprometidos. Lo veo como una segunda oportunidad para un propósito en la Tierra".
Expuso que sus malestares comenzaron a finales de febrero y duró 10 días en casa. Al empeorar su condición, fue internado en el hospital Luis Razetti, donde le hicieron pruebas PCR y obtuvo el diagnóstico.
Dijo que por acción de familiares y conocidos consiguió los medicamentos para su tratamiento rápido y tras el alta, su recuperación continúa.
Mencionó que sufre insomnio y aún siente mareos. Su capacidad pulmonar sigue algo mermada y destaca que se agota hasta en actividades sencillas. Incluso, recordó que intentó escribir algo pero sus dedos no respondían como normalmente lo hacen.
"Esto debe tomarse con calma", señaló.
Recomendó a la gente usar tapabocas y seguir normas de bioseguridad porque el virus sigue corriendo por ahí y hay muchas víctimas fatales.
También destacó que es difícil ser atendido por el colapso del sector salud y el costo de los medicamentos. "Supe que un contagiado requiere de $450 para tratarse".
Juan Afonso